Que nadie espere encontrar en la isla grandes núcleos de población, ni grandes instalaciones. Formentera ofrece lo que tiene y lo que es: sencillez y humildad, enmarcado en un paisaje único en contrastes.
No caeremos en el tópico de denominar a la isla de "virgen", pero podemos tener esta sensación al recorrerla, ya que las construcciones suelen integrarse perfectamente en su entorno.
Precisamente uno de los grandes valores de la isla reside en su arquitectura tradicional que ha sabido aprovechar sabiamente los elementos disponibles: la piedra, por ejemplo. A lo largo de la isla se extienden cientos de kilómetros de paredes de piedra seca, cuya función es la de separar las parcelas, y que otorgan a la isla un entramado laberíntico que invita a perderse en esta anárquica red de caminos.
En Formentera podemos encontrar grandes valores naturales tales como El Parque Natural de Ses Salines d´Eivissa y Formentera , cuyas marismas albergan multitud de especies animales y vegetales. Dentro de este parque podemos encontrar unas salinas ya explotadas por los romanos, canteras de marès (piedra arenosa), playas de blanca arena (Illetas), y multitud de sorpresas más que se exhiben al viajero de forma natural.
Una isla de tan reducidas dimensiones vincula de forma inexorable a sus habitantes a su gran paradigma: el mar; al mismo tiempo frontera y casi única forma de comunicación.